"Jugar es clave para el desarrollo de los niños, sobre todo en las edades más tempranas, y es recomendable hacerlo en compañía de los padres. Cuando los pequeños juegan agudizan sus sentidos -el tacto, la vista y el oído son básicos para ellos-, agilizan el movimiento de pies y manos, y fortalecen su capacidad mental y de concentración. Pero esta actividad no sólo debe ser un mero entretenimiento, sino que ha de cumplir dos objetivos: convertirse en uno de los principales hilos conductores del amor entre padres e hijos y, al mismo tiempo, tener una vocación educativa. Para que esto sea posible, el padre y la madre deben aprender a jugar correctamente con los niños e incluso a diseñar variantes del llamado ocio didáctico".
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